Baruch Spinoza fue un filósofo neerlandés del siglo XVII. Sus ideas brindan un marco interesante para reflexionar sobre la decisión de mudarse.
Algunos de los principios de su método te serán de utilidad si te encontrás –justo ahora– pensando en cambiar o no de vivienda.
Razón y emoción
Spinoza sostiene que la razón y las emociones están claramente interconectadas. Al considerar el proyecto de mudarse, es esencial equilibrar la racionalidad –como la evaluación del dinero realmente disponible y la ejecución de la mudanza– con las emociones –como el deseo de cambio, el miedo a lo nuevo y la ansiedad–.
Autoconocimiento
El filósofo neerlandés sostiene que el autoconocimiento es algo así como el camino hacia la libertad. Muchos siglos antes, en el frente del templo de Apolo, en Delfos –localidad de Grecia– se inscribió el aforismo “Conócete a ti mismo”.
Al evaluar la idea de mudarse, es útil comprender profundamente las propias necesidades, los deseos y las motivaciones que inspiraron esa decisión.
Eso permite evitar decisiones impulsivas, y alinear la mudanza con los valores y metas de las personas involucradas en ese cambio de domicilio.
Un ejemplo: ¿el motivo de la mudanza es estar más cerca del trabajo o de los padres, o es por imitar a un amigo que se mudó recientemente?
Afectos alegres
El filósofo Spinoza creó un principio poco común: los “afectos alegres”. Él explica que son aquellos que aumentan el poder de actuar, y acercan a cada uno a la comprensión de la realidad.
El hecho de mudarse podría considerarse desde esta perspectiva: ¿cómo contribuirá la nueva propiedad al bienestar y la felicidad de la persona, o de ella y su familia? ¿Facilitará el deseo de obtener una mejor calidad de vida, más tiempo libre, mayor vida social, menos traslados?
Determinismo
Spinoza sostiene una visión determinista del universo. Según el filósofo, todo posee una causa y un efecto.
Aplicando esto a la mudanza, se podría buscar entender las razones profundas para el deseo de cambiar de propiedad.
¿Las ganas de cambiar de casa o departamento es el efecto producido por unos vecinos insoportables que no dejaron más opción? ¿O es el efecto de querer instalarse en un barrio que hoy está en auge y valorizándose rápido?
En síntesis: el proyecto de la mudanza, ¿es una respuesta a circunstancias externas, o es una elección consciente basada en metas y principios internos?
Conexión con la naturaleza
Spinoza considera que la conexión con la naturaleza es esencial para la felicidad, la plenitud. Por otra parte, manifiesta que la naturaleza es una expresión de un ser superior y, por lo tanto, beneficiosa para las personas. “Cualquier cosa que sea contraria a la naturaleza lo es también a la razón, y cualquier cosa que sea contraria a la razón es absurda”, afirma.
Al mudarse, es aconsejable reflexionar sobre cómo la nueva propiedad se integra con el entorno natural. Y si esto contribuye a una sensación de conexión y armonía. Por ejemplo, si la propiedad se encuentra cerca de áreas verdes –parques, plazas– y áreas azules –ríos, lagos, lagunas artificiales–.
Influencia del pasado
“Si no quieres repetir el pasado, estúdialo” sugiere Spinoza. Con esto quiere decir que es bueno saber qué sucedió en el pasado para no repetir errores o, por el contrario, para capitalizar aciertos.
A quien le fue mal en un cambio de domicilio en su niñez, quizás ahora le cueste mudarse. Es preciso saber entonces que esa persona está condicionada y, por lo tanto, debe encontrar los medios para salir de ese miedo.
El filósofo que pulía lentes
Spinoza llevó una vida austera y se dedicó centralmente a pulir lentes que luego eran usadas en el armado de microscopios y telescopios. Según sus convicciones, eso le permitía ser más libre que dictando clases en una universidad.
Sin embargo, no renegaba de lo terrenal. Por eso proponía: “Disfrutar de los placeres en la justa medida en que sea suficiente para proteger la salud”.
En cuanto a sus obras, hay una que tiene un enfoque revolucionario ya desde el título: “Ética demostrada según el orden geométrico”.
Finalmente, su nombre de pila, Baruch, es el equivalente hebreo de Benito o Benedicto. Como era costumbre en su época, utilizó al latín para firmar como Benedictus Spinoza