Hace pocos días, en un reportaje el arquitecto uruguayo Carlos Ott dijo: “Por supuesto que (el real estate) es una muy buena inversión porque las tasas y las acciones suben y bajan en una crisis, y la piedra o el ladrillo siempre es un refugio. No hay duda de que el metro cuadro de tierra es un commodity que no se incrementa, la tierra es limitada y por eso creo en la salvaguardia”.
Ott es el creador de edificios icónicos como la Ópera de la Bastilla –de París–, el Aeropuerto Carlos Curbelo de Punta del Este, y la sede de Pinamar de la Universidad Argentina de la Empresa.
Aquí te brindamos los datos que sustentan esa afirmación del arquitecto que nació en Montevideo y reside desde hace años en Canadá, donde posee su estudio.
El largo plazo
Invertir en bienes raíces o real estate es un resguardo económico por el que optan numerosas personas.
¿El motivo? Su valor, en el largo plazo, tiende a mantenerse y está menos sujeto a variaciones que las otras formas de inversión.
Las 9 razones de esa solidez son las que siguen.
1. Resguardo de valor
Cuando la inflación crece a un ritmo mayor que la cotización del dólar estadounidense, la propiedad inmueble sigue manteniendo su valor.
2. Constante demanda
Siempre habrá personas que necesiten una vivienda, elemento básico para desarrollar una vida normal y productiva. Este factor no se ve alterado por cambios políticos, económicos, sociales.
3. Tangibilidad
La tangibilidad se refiere a que los inmuebles son bienes que se pueden tocar, palpar. En cambio, otras opciones de inversión como las acciones, los bonos o las obligaciones no negociables son intangibles. Y su valor depende del rendimiento de una empresa o de la calificación crediticia de un país hecha por una entidad extranjera.
4. Generación de ingresos
Los bienes inmuebles tienen la capacidad de generar ingresos por dos caminos.
Uno: por el alquiler de ese bien. De modo que ese inmueble se transforma en un “ingreso pasivo”, como explican Robert Kiyosaki y Sharon Lechter en su bestseller mundial sobre libertad financiera titulado “Padre rico, padre pobre”.
Un ingreso pasivo es aquel que se logra sin que su propietario realice un gran esfuerzo diario.
El otro: por la compra. No son pocos los individuos que adquieren inmuebles a un cierto precio para luego venderlos a un valor más alto.
5. Posibilidad de brindarlo en herencia
En un testamento, es sencillo incluir un inmueble como parte de un legado para un cónyuge, los hijos, los nietos, los hermanos, los sobrinos y otros familiares.
6. Ausencia de necesidad de especialización
Para invertir en bienes raíces no hay que ser un especialista –como sucede, por ejemplo, con las acciones o las criptomonedas–.
Solo basta con buscar un corredor inmobiliario –con trayectoria– para hallar la opción más adecuada al presupuesto del que disponga el futuro comprador o la próxima adquirente.
7. Posibilidad de ofrecerlo como garantía
Sucede a menudo que una pareja joven o que un recién graduado universitario desea alquilar un inmueble, y para ello debe conseguir sí o sí una garantía constituida por un inmueble. Quien posee uno y no lo está ocupando, tiene la posibilidad de ofrecérselo a esas personas.
8. Posibilidad de alquilarlo a un familiar
Muchos padres y madres compran un departamento para darlo en alquiler a un hijo. A veces con cargo y a veces sin costo, según la situación económica de esa persona en cada instancia de su vida.
9. Ausencia de un tiempo mínimo de permanencia
Ciertas inversiones exigen un plazo mínimo antes de recuperar el dinero junto con su rendimiento. En cambio, un inmueble puede ser vendido en cualquier momento. Con la ayuda de un corredor inmobiliario actualizado y bien conectado con inmobiliarias colegas, la venta llega en un tiempo razonable.
¿Los inmuebles son realmente la mejor inversión?
Sin dudas, invertir en propiedades es una alternativa con abundantes ventajas. Y puede ser la mejor en distintos momentos a lo largo de la historia económica de un país.