Vaciar la baulera, el galpón, el cuarto de herramientas o de servicio, o el altillo es un primer paso para animarse a entrar en el proceso de vender una casa o un departamento. ¿Por qué? El motivo te lo explicamos aquí.
Dos tipos de objetos
En general, podría decirse que los objetos guardados en bauleras, altillos, cuartos de servicio, cuartos de herramientas y galpones son de dos tipos: muy útiles y no útiles.
De lo no útiles cuesta desprenderse por razones sentimentales y de otra clase. Pero nunca deberían calificarse de “inútiles” ya que poseen un significado profundo para su dueño.
Toda persona sabe perfectamente en qué categoría entra cada uno de los elementos que, quizás, la acompañan mudanza tras mudanza.
Pero llega un momento en que hay que pensar en deshacerse de ellos. Para alcanzar esa meta, existen varios caminos. Uno es venderlos a través de market places como Mercado Libre o los grupos de Facebook.
Con esto se recupera un poco del dinero invertido en ellos y eso produce una gran satisfacción. Otro camino es regalarlos a amigos y familiares, que siempre le encontrarán un uso.
Una opción interesante es donarlos a instituciones de bien público, templos religiosos, clubes barriales, centros de jubilados y sociedades de fomento, que rápidamente les hallarán un destino, o los venderán o rifarán para obtener fondos destinados a su funcionamiento.
En el caso de los libros, las bibliotecas públicas, las de colegios urbanos y las de los colegios rurales suelen recibirlos con ganas.
Y el último camino es la liberación. ¿En qué consiste? En dejarlos “olvidados” a la vista en los bancos y otros espacios de un parque o una plaza, para que quien pase por allí se los quede.
Es recomendable, para ese fin, protegerlos con un plástico y colocarles un cartel como: “Es gratis. Llevátelo”.
Se trata de un recurso efectivo y que no genera la culpa de tirar ese objeto que tanto se valoró en su momento.
La liberación es algo que nació en Europa y al principio se centraba en los libros que las personas ya no querían conservar. Los dejaban en los bancos de las plazas, o en los asientos de trenes, subtes y colectivos. Luego la práctica se extendió a otros objetos.
Tres metas
Empezar a desprenderse de objetos tiene tres objetivos. El primero es aprender a “soltar”, a iniciar el desapego, situación que está directamente vinculada con la mudanza.
Mudar significa, en el origen de la palabra, cambiar. Y no hay nada que le asuste más a toda persona que los cambios, cualquiera sea su edad.
El segundo fin es lograr que el momento de la mudanza sea más sencillo. Cuantos menos objetos hay que trasladar, mejor.
El tercer objetivo es practicar el home staging. Esta técnica se basa en poner el inmueble en condiciones ideales en cuanto a orden, claridad, pulcritud.
Un altillo, una baulera, un cuarto de servicio o herramientas, o un galpón ordenado y diáfano atrae a los interesados cuando el inmueble está en venta y “habla” del estilo de sus actuales habitantes.
Al mirar ese espacio, la potencial compradora de la casa o el futuro adquirente del departamento puede imaginar qué colocarán allí, como lo aprovechará del mejor modo.
Difícilmente se active su imaginación si ese ámbito se encuentra atiborrado de elementos, desordenado, en un pequeño caos.
Alquilar una baulera externa o un espacio de guardado
Es cierto que existe la opción de trasladar todos esos elementos a una baulera externa o a un espacio de guardado.
Ello implica un costo mensual, definido en torno a los metros cúbicos que se ocupan. A veces, ese costo llevado a un valor anual puede ser más alto que el valor del objeto que allí se deposita.
Volviendo ahora al altillo, cuarto de servicio o herramientas, o galpón, quien visita la propiedad para comprarla puede pensar en instalar allí un cuarto de huéspedes, un escritorio, un pequeño taller de carpintería o herrería. O un laboratorio fotográfico, un atelier de pintura o manualidades, un lugar para el televisor y la consola de juegos.
A fin de estimular la imaginación de esa persona, hay que hacer que cuando llegue a ese espacio del inmueble no sea un sitio “inmostrable”.
Por otro lado, son metros cuadrados que forman parte del valor de la propiedad. Nadie quiere pagar por metros que no podrá utilizar.